Hoy quiero compartir con vosotros una reflexión personal que creo que os puede interesar. Llevo mucho tiempo dándole vueltas a por qué las personas del ‘primer mundo’, en general, acumulamos tantas cosas en casa. ¿Necesidad? ¿Por si acaso? ¿Nostalgia?
Nos aferramos a objetos que nos traen recuerdos felices, guardamos durante años muchos ‘por si acaso’ que no volvemos a utilizar, y compramos cosas que, en el fondo, no necesitamos.
Seamos sinceros, la acumulación no nos aporta nada, tan solo agobio en nuestra propia casa cuando observamos que los objetos van ocupando y reduciendo nuestro espacio vital. Por eso, hoy me apetecía compartir 5 trucos que a mí me funcionan ante el cúmulo de trastos y me ayudan a llevar una vida sencilla.

1. Compra algo solo si lo necesitas o es importante para ti. Es imprescindible preguntarnos si necesitamos lo que vamos a comprar, siempre y cuando no queramos que nuestra casa parezca un mercadillo. Si sentimos la necesidad de comprar algo que no necesitamos, reflexionemos sobre por qué lo queremos. Si lo deseamos con muchas ganas porque nos alegra el día, adelante, pero lo ideal sería evitar las compras por impulso y comprar de manera consciente, sabiendo por qué es importante para nosotros.
2. Utiliza tu imaginación y reutiliza. Antes de comprar algo, deberíamos pensar en si tenemos algún objeto en casa que podamos reutilizar para cubrir esa necesidad. En Internet hay infinidad de DIY que nos ayudarán a reutilizar objetos olvidados.
3. Cuida los objetos de tu casa como si fueran únicos. Permite la entrada en casa solo a las cosas útiles y esenciales y cuídalas como si fueran únicas.
4. Deshazte de las cosas repetidas y haz una buena limpieza de vez en cuando. Todos tenemos demasiadas cosas repetidas. ¡Somos grandes coleccionistas! Reflexionemos sobre nuestras necesidades de vez en cuando y deshagámonos de lo que no necesitamos donándolo o regalándolo a quien le pueda interesar.
5. Evita la acumulación. Cuando no sabemos dónde guardar una cosa que casi no utilizamos ni queremos tener a la vista, la almacenamos en cajones, armarios o trasteros. Pero que no las veamos no significa que desaparezcan y siguen ocupando espacio que podríamos aprovechar para otras cosas. Parémonos a pensar en si es necesario guardarlas o darles otra vida.
Este ejercicio no es fácil, pero nos ayuda a ser consumidores responsables, a valorar la magia del orden y las cosas que realmente queremos tener.
¿Qué os parecen estas ideas? ¿Alguien más las pone en práctica? ¿Conocéis otras maneras de contribuir a una forma de vida minimalista? Ya me contaréis.
¡Feliz fin de semana!